Reino de Asturias; Uno de los más desconocidos y tristes episodios de la Reconquista; El Tributo de las cien doncellas es una leyenda que habría consistido en el reconocimiento por parte del Reino de Asturias de la supremacía del Emirato de Córdoba. Apareció siglos después de su supuesta fecha, para estimular la resistencia a los supuestamente degenerados y lascivos moros.
Mauregato de Asturias
Al morir el marido de la reina Adosinda, Silo, fue elegido rey el hijo de Fruela I el Cruel, el joven Alfonso II el Casto, a instancias de la reina Adosinda, viuda del difunto rey Silo, en un intento de elevar al trono a un miembro de su linaje. Sin embargo, parte de la nobleza asturiana apoyó a Mauregato que encabezó una fuerte oposición, pues no habían olvidado las acciones cometidas por el rey Fruela, obligando al nuevo rey a retirarse a tierras alavesas. Tras ello, Mauregato se apropió del poder en Asturias, proclamándose monarca.
A Mauregato se le atribuye el llamado tributo de las cien doncellas. Según la leyenda, el rey habría pactado la ayuda del emir de Córdoba, Abderramán I, a cambio de dar un tributo anual de cien doncellas cristianas.
Un hecho sobresaliente del reinado de Mauregato fue la disputa ocasionada por la doctrina herética adopcionista en la que intervinieron Carlomagno, el obispo Elipando de Toledo y el monje Beato de Liébana. Tras su muerte, los nobles eligen a Bermudo I el Diácono.
Los restos del rey Mauregato recibieron sepultura en la iglesia de San Juan de Santianes de Pravia, en un sepulcro liso, y en la misma iglesia que habían sido sepultados el rey Silo y su esposa Adosinda, hija del rey Alfonso I el Católico y medio hermana de Mauregato. El historiador Tirso de Avilés y Hevia señaló que sobre la tumba del rey Mauregato fue esculpido el siguiente epitafio:
Hic iacet in Pravia qui pravus fuit.
Que traducido al castellano viene a decir:
«Aquí en Pravia yace el que fue depravado».
El Tributo de las cien doncellas
En el año 783, Mauregato toma el trono asturiano con la ayuda de Abderramán I, con quien se compromete al pago del tributo de las cien doncellas (vírgenes) por su colaboración. En 788, los condes Arias y Oveco se rebelaron contra el rey Mauregato y lo mataron como venganza de haber otorgado a los moros tal tributo. El rey Bermudo I, su sucesor, quiere acabar con el tributo, sustituyéndolo por un pago en dinero. A Bermudo le sucede Alfonso II el Casto (791–842), quien rechaza también el tributo en dinero, y entra en batalla con los moros para evitar su pago, venciendo en la batalla de Lutos y matando al capitán moro Mugait, con lo que consigue su propósito.
Posteriormente Abderramán II, en tiempos del rey Ramiro I de Asturias, se atreve a pedir de nuevo el tributo.
El tributo es el desencadenante de la acción en diversas obras de ficción, desde el Siglo de Oro hasta la actualidad. Así, contamos entre otras piezas literarias con la comedia de Lope de Vega Las famosas asturianas (1612) y las novelas históricas El tributo de las cien doncellas (1853) de Manuel Fernández y González y La visigoda (2006) de Isabel San Sebastián. Forma parte importante también de la novela «El conde maldito» de Rafael Pérez y Pérez.